Hacer lo que te gusta o aquello en lo que eres bueno

El martes pasado, en Tribulaciones de una emprendedora, Leticia escribió Cuando das la mano y te cogen el brazo. Una entrada sobre lo complicado que es dirigir personas. Lo bonito que suenan las organizaciones horizontales pero lo difícil que resulta ponerlas en práctica.

Escribí un comentario en esa entrada dando mi punto de vista: la única forma de que la gente dé lo mejor sin necesidad de supervisión es que hagan lo que les gusta. Ciertamente no es fácil encajar los gustos de cada uno con los objetivos empresariales, pero en una empresa pequeña es un camino mucho más interesante que la rotación de personal. La cual, dejando de lado otras consideraciones, resulta tremendamente cara.

Leticia hizo referencia a este comentario en Contamos contigo, comentaba el caso de los ascensos hasta el nivel de incompetencia y se preguntaba si debemos hacer lo que nos gusta o lo que se nos da bien, aunque no nos guste tanto. Da el ejemplo de su socia que, aunque no le gustan, se dedica con esfuerzo a las relaciones públicas y lo hace bien.

También en esta entrada escribí un comentario, un comentario casi tan largo como la propia entrada. Como el resultado me ha parecido que encajaba bastante bien con lo que suelo tratar en el blog, lo dejo aquí con un par de correcciones de forma no de fondo:

Mi experiencia es que incluso trabajando para uno mismo, no se puede realizar de forma continua una labor que no te gusta. Acabas quemándote, buscando disculpas para estar ocupado en otras cosas, siendo poco productivo… yo lo he vivido en carne propia en mi etapa de trabajador por cuenta propia.

Hacer bien algo que no te gusta requiere un importante esfuerzo mental para convencerte a ti mismo de la importancia del objetivo que persigues haciéndolo. El tiempo que puedas aguantar en esas labores dependerá de tu capacidad de automotivación y de la importancia que tenga para ti el citado objetivo. Es el segundo de estos factores el que hace que el dueño de la empresa aguante, normalmente, más que un empleado. Pero nunca lo hará permanentemente.

Además, una persona haciendo lo que le gusta rinde mucho más y, normalmente, acaba siendo mucho mejor que alguien que hace lo mismo a disgusto. Aunque sepas y te esfuerces, si no te gusta lo que haces nunca tendrás la motivación para ir mejorando de quien lo hace por gusto.

Por eso, ahora que quiero poner en marcha distintas iniciativas empresariales que tengo en mente, busco crear grupos de personas con habilidades diversas que únicamente tengan que aportar su granito de arena en lo que les gusta. Dado que sólo harán eso, acaban viéndolo casi como un hobbie y están dispuestas a colaborar únicamente por una idea. La parte mala es el tiempo que lleva organizar estos equipos.

Por ejemplo, yo soy bueno en encontrar soluciones creativas y en relaciones públicas e interpersonales, puedo hacer de todo un poco, pero soy mucho más productivo cuando dedico mi tiempo a aquello que me motiva. Por eso lo de crear estos equipos me resulta muy llevadero a pesar del tiempo que requiere, a mí ese esfuerzo me compensa.

La ascensión hasta el propio nivel de incompetencia es precisamente lo contrario a que la gente haga lo que le gusta. Si permites que una persona pueda hacer carrera en el puesto que le gusta, no tendrás ese problema. El caso de los comerciales y el de los técnicos en cualquier actividad es el más claro, ser bueno vendiendo o arreglando problemas no te hace un experto en gestión de personas. Si cuando te gusta el trabajo de alguien, le obligas a ascender para progresar en la compañía y poder cobrar más, descubrirás que quien era un excelente vendedor es completamente incapaz de coordinar el trabajo de otros. Ha alcanzado su nivel de incompetencia.

Por desgracia, hay muchas personas con habilidades innatas para dirigir -a mi juicio hacer que otros den lo mejor de sí para alcanzar un objetivo- que nunca llegarán a poder demostrarlo porque no son buenos en las habilidades técnicas que se les piden para llegar un día a ser ascendidos.

Afortunadamente, en la empresa pequeña se puede intentar evitar llegar a esa situación habitual en las grandes. Está en tu mano intentarlo en tu propia empresa. ¡Mucha suerte!

En conclusión, creo que el dilema "hacer lo que te gusta o aquello en lo que eres bueno" es artificial, en el largo plazo serás mejor en aquello que te gusta.

Por cierto, según Blogger ésta es la entrada número 100 de este blog.